El esteta habla de los sinsabores y ventajas que conlleva no pertenecer a alguna empresa luchística; “en estos tiempos aún hay casos en los que luchamos por una torta y un refresco, yo, por ejemplo, a veces me he quedado sin comer”, cuenta
Ante los argumentos de la experiencia poco se puede refutar. La rebeldía muchas veces ha sido el conducto que logra la justicia frente al atropello. El terreno independiente en el pancracio mexicano representa ese desacato, la desobediencia e insumisión que ha hecho libre de toda cadena a muchos estetas mexicanos. Negro Navarro es una de esas almas que desde hace ya muchos ayeres se ha envuelto en una guerra que otrora parecía perdida, pero a base de paciencia, constancia e inteligencia, reflejo de su estilo de lucha a ras de lona, ha mantenido un lugar lejos del monopolio luchístico.
“Históricamente han existido dos empresas que de alguna forma han maniatado y controlado el mercado, como un monopolio; últimamente el terreno independiente ha ganado terreno, pero desde siempre a los que somos independientes nos cuesta más sobresalir. Desde que me inicié las reglas han sido así; hubo que ir a mercaditos y placitas a ganarse un espacio por un pago de una torta y un refresco, hasta que en el Toreo de Cuatro Caminos se nos abrieron las puertas, pero siempre el camino que recorrí fue duro”, cuenta el longevo.
Hombre de convicciones firmes, como todo revolucionario; de carácter sólido y de recalcitrante lealtad, ha defendido un estilo y hoy no escatima a la hora de repartir críticas, más cuando se trata de luchar por uno de los puntos sagrados de cualquier trabajador; sus derechos.
“En estos tiempos aún hay casos en los que luchamos por una torta y un refresco, yo, por ejemplo, a veces me he quedado sin comer porque ciertos promotores no tienen palabra. Esta profesión es sacrificada, pero esperemos que con esta diversificación que se está dando entre empresas, el empuje que está teniendo el terreno independiente y el reconocimiento y lugar que ha ganado nuestro deporte, las condiciones laborales mejoren”, comentó.
“El Maestro” le dicen muchos por su experiencia y su sabiduría, y es justo esa sapiencia y cordura lo que obliga a Navarro a hablar con la verdad, con todo y que los regaños airados lleguen a los lomos de sus colegas.
“Antiguamente tenías que saber meter las manos, los pies, saber emplear la fuerza y la inteligencia para salir avante, ahora hacen muchos actos de circo, se fijan más en los cuerpos, en el rostro; eso hace que el luchador se infle, acuda a las inyecciones y los esteroides, algo que no pasa tanto en el terreno independiente, aquí el juez es el público, no hay reglas establecidas como en las empresas, aquí en el terreno independiente se tienen que ganar el lugar con esfuerzo y técnica; es un poco más rigurosos”, dice.
Y es que el estilo que emplea Miguel Calderón, ese que caracteriza a los de la vieja usanza, precisa de muchas cualidades y de un buen complemento.
“Desempeñar la lucha a ras de lona es sumamente difícil, porque requiere de mucho esfuerzo, muchas aptitudes, agilidad, destreza e inteligencia y condición física, además de que requiere de un rival que domine el estilo, si sólo se sabe un par de llaves no sirve mucho. Para ser un buen esteta hay que tener un razonamiento destacado, porque cada movimiento es como en una partida de ajedrez, son movimientos pensados, calculados. Mi trabajo es respetuoso y digno, el día que de lastima en el cuadrilátero, ese día me retiraré”, asevera.
Finalmente, el luchador de 62 años de edad habla de la conmemoración que se dará este 21 de septiembre (Día Nacional de la Lucha Libre), algo que lo alegra y lo conduce a la reflexión.
“Es la primera vez que se festeja algo que llevamos bien impregnando en nuestra cultura, hemos tenido a grandes representantes luchadores que incluso han ido al cine, que se han dado a conocer a nivel internacional. No por nada tenemos fama en el mundo de poseer la mejor lucha libre, además a esto hay que añadirle que la lucha libre es un claro ejemplo de nosotros, de esa sangre guerrera, azteca, maya, que llevamos en la sangre; nuestros ancestros siempre lucharon por defenderse, para conseguir su comida y para sobrevivir y nosotros somos reflejo de eso”, remata.
“Hoy se tiende mucho al show, al espectáculo, al teatro en el gremio, se hace a un lado la lucha como tal, se perdieron ciertos valores y principios, los jóvenes insultan al público, fingen situaciones y eso puede robarnos credibilidad”