Crítica y análisis a la praxis de los servicios del personal trainer.
Por: Juan Carlos Barrera Márquez
Nos encontramos en una época donde se percibe como “normal” el hecho de que el entrenador en turno (en un gimnasio tradicional de pesas) les ponga exactamente la misma rutina a todos sus “chicos & chicas”, ignorando la muy evitable saturación de ciertos aparatos o estaciones y el descuido de otros que bien podrían ser utilizados.
Es tan común escuchar a los usuarios de los gimnasios hablar de “un cardio para quemar grasa” al término de la rutina, o un cardio en “ayunas”, de dejar el abdomen y/o la pantorrilla para lo último porque “es lo más fácil”, aunque meses después se quejen de que no ven desarrollo en esas partes.
La probabilidad de que en el gimnasio en donde nos encontremos los días lunes sean religiosos de “pecho” para hombres y “pierna” para mujeres es abrumadora y sólo refleja el comportamiento mercadológico de “tribu social” de un gimnasio más que de demostrar una verdadera estructura metodológica, planificación del entrenamiento y sobre todo organización por parte de todo el cuerpo de colaboradores involucrado en esos gimnasios.
Por si fuera esto poco, si le adicionamos la falta de interés e involucramiento de muchos “dueños de gimnasios” o corporativos en donde su espectro de alcance se limita únicamente al comportamiento económico de su empresa estableciendo usualmente la valoración de un entrenador por su capacidad en ventas y generación de ganancias en comparación a los resultados otorgados a los usuarios, demostrando una clara contratación sobre “vendedores” más que sobre entrenadores, ¿qué podemos esperar en el sentido del servicio y el verdadero trabajo sobre los objetivos de cada cliente?
Con esta introducción podemos apreciar de primera mano un conjunto de barreras drásticas pero reparables en cuanto a la entrega de resultados en los gimnasios. Para fines de este artículo nos centraremos en la praxis sobre el servicio y adicionalmente los conocimientos que debería de desarrollar un correcto entrenador, posicionando entonces a este texto como un llamado a la capacitación de los entrenadores, la atención a la que deberían de poner los respectivos mandos en los gimnasios y a lo que en gran medida deberíamos esperar de nuestros entrenadores hacia nosotros como clientes. Todo lo anterior centralizado a los fundamentos básicos de anatomía que presentan una gran influencia en las práctica y proceder del servicio de los entrenadores.
Para esto es importante iniciar con las siguientes preguntas:
Si al resolver estas preguntas presentas cierta incomodidad con su respuesta, tenemos mucho que platicar.
Para empezar aunque pertenecemos a la especie humana, aun dividiendo por género entre hombres y mujeres, no todos presentamos la misma manifestación anatómica, es decir; la estatura, alcance ni desarrollo muscular, aunado a la historia deportiva, lesiones u operaciones vividas. Incluso ya sea por cuestiones laborales (oficinistas, modelos, bailarines), deportivas (luchadores, futbolistas, fisicoculturistas) o el mero gusto estético y de salud. Cada cuerpo es diferente y por sus requerimientos y objetivos se acentúa más esta diferencia.
Entendemos por requerimientos al conjunto de situaciones, lesiones, enfermedades y limitaciones por las cuales está pasando o ha pasado el cliente y que limitan y direccionan nuestro proceder.
Mientras que los objetivos (porque pueden ser varios), establecen de manera inicial la selección de las evaluaciones físicas que le haremos a nuestros clientes para posicionarnos en un punto de partida y optimizar la planificación del entrenamiento hacia la fecha prometida.
En la conjugación de los requerimientos y objetivos se “activa” un ojo clínico por parte de los entrenadores, para detectar las áreas de oportunidad, los puntos fuertes y sobre todo las prioridades a trabajar, seguramente en este punto es entendible el hablar de focalizar (aumentar) el entrenamiento en glúteos o brazos, buscar una cintura más pequeña, unos hombros más redondos o lograr una concordancia armónica entre el cuerpo anterior (frente) y el posterior (atrás) o entre el cuerpo superior y el inferior, estas últimas situaciones suele suceder muy a menudo.
Por lo tanto, la valoración básica antropométrica es decir la toma de peso, estatura, principalmente circunferencias y fotografías en posición anatómica y plano de Frankfurt (vista al frente) se vuelven sumamente importantes para fundamentar nuestros procedimientos. Explicar por qué ciertas personas trabajarán más series, ejercicios o hasta días por semana un cierto músculo, el cuidado de algunas posturas y ángulos en comparación a otras personas. Dicho de otra manera, si en el procedimiento inicial, la primera entrevista (acercamiento) por parte de los entrenadores no hay una evaluación física, aun siendo “estética”, basada en la proporcionalidad, entonces ¿cómo se justifica la prescripción de X o Y rutina?